domingo, 19 de octubre de 2008

EL MANUSCRITO DE COBRE


Hace 50 años fue encontrado el Rollo de Cobre, un documento que podría detallar el paradero del tesoro del Templo de JerusalénEl Rollo de Cobre es un texto que en lugar de ser redactado sobre piel o papiro fue grabado sobre una fina plancha de cobre, de gran calidad, formada por tres placas de unos 80 centímetros de largo y 30 de ancho unidas entre sí. Este documento fue escrito en hebreo en algún momento del siglo I de nuestra era y enrollado, como si se tratara de un manuscrito de pergamino, para ser escondido en una cueva cerca del Mar Muerto. Pero lo más sorprendente es su contenido: se trata de una lista de tesoros escondidos. Se indican las cantidades de oro y plata y los lugares correspondientes, precisando los escondrijos. Así, la primera columna dice:"En la ruina que hay en el valle de Akor, bajo las escaleras que van hacia el Este, cuarenta codos, un cofre de plata y su contenido, el peso de diecisiete talentos."Este extraordinario documento fue descubierto el 14 de abril de 1952 en el transcurso de una búsqueda en la que se vieron envueltos pastores, arqueólogos, legionarios jordanos, anticuarios, beduinos y metropolitas de la iglesia sirio-ortodoxa, por nombrar sólo a unos pocos. Tanto revuelo no era para menos. Tres años antes unos beduinos de la tribu Ta'amiréh habían descubierto casualmente una cueva en cuyo interior se encontraban una serie de manuscritos antiguos. Algunos de estos textos permanecían todavía en el interior de las vasijas en las que habían sido depositados por sus autores. Otros, la mayoría, se encontraban esparcidos entre los restos de su recipientes, en diferentes estados de conservación. Aunque los beduinos eran analfabetos intuyeron el valor de su hallazgo y se lo vendieron a un comerciante de Belén llamado Kando. Los textos pasaron de la tienda de éste a otras manos y fueron dispersándose por todo el mundo, aunque entidades como la Universidad Hebrea de Jerusalén o el departamento jordano de antigüedades hicieron todo lo posible por recuperarlos y reconstruir la colección. Los Ta'amireh ignoraban que habían descubierto las colección de Manuscritos del Mar Muerto, entre ellos los textos bíblicos más antiguos que se conocen. Se trata de una serie de documentos redactados por un grupo sectario judío, los esenios o una escisión de los mismos, que vivía en comunidad en un lugar llamado Qumrán, a dos pasos del Mar Muerto, entre el siglo II aC y el I dC.El hallazgo de los primeros textos desencadenó una búsqueda en la que participaron las autoridades jordanas y las del recién nacido estado de Israel, así como arqueólogos y estudiosos bíblicos tanto judíos como cristianos de varias iglesias. Los beduinos tenían las de ganar en esta competición. Pastores que conocían el terreno como la palma de su mano, se adelantaban a los arqueólogos que al llegar a las cuevas sólo encontraban los restos del saqueo. Entre 1947 y 1956 se descubrieron un total de once cuevas con manuscritos. Con la número 3 hubo suerte y fueron los arqueólogos los primeros en llegar.El 14 de abril de 1952 un equipo dirigido por Henri de Contenson encontró restos de cerámica a los pies de lo que parecía ser una cueva obturada por un derrumbe. Una vez despejada la entrada, los arqueólogos encontraron el manuscrito de cobre, enrollado en dos trozos uno encima del otro. En la cavidad había restos de vasijas y de otros manuscritos, muy deteriorados, análogos a los demás textos esenios encontrados en las otras grutas.El primer problema era obvio, había que desenrollar el texto. El cobre no estaba en buen estado y se temía dañar el documento si se recurría a métodos químicos. Por fin, en 1956, el profesor H. Wright Baker, de la Universidad de Manchester, procedió a abrir el texto seccionándolo en 23 tiras mediante una máquina diseñada exclusivamente para este fin. Una vez abierto, tocaba emprender su traducción e interpretación. Pronto se hizo evidente que se trataba de la lista de un tesoro, o mejor, del reparto del mismo en varios escondites. El profesor John T, Milik, uno de los primeros traductores que emprendió el estudio del texto 3Q15, la signatura técnica del Rollo de Cobre, concluyó que se debía tratar de algún tipo de texto fantástico o folklórico. Su conclusión se basaba en que las riquezas alistadas en 3Q15 alcanzaban cantidades fabulosas que no parecían corresponder a los recursos de la comunidad esenia de Qumrán.La opinión de Milik fue desechada por otros especialistas. ¿Qué sentido tenía utilizar un material tan costoso como el cobre para escribir un texto fantástico? ¿Por qué sus autores se molestaron en ocultarlo cuidadosamente? Parecía evidente que la lista era real y auténtico el tesoro repartido. Pero esto no solucionaba el problema: ¿a quién pertenecían las riquezas y, sobre todo, donde estaban? Los estudiosos se dividieron en dos bandos: por un lado, los que opinaban que se trataba del patrimonio de la comunidad de Qumrán; por otro, los que creían que era el tesoro del Templo de Jerusalén, nada menos, escondido en lugares dispersos para mantenerlo fuera del alcance de los romanos.Conocer la cronología exacta del texto hubiera sido de gran ayuda. Lamentablemente, el método de datación mediante carbono 14 no es aplicable al cobre, al tratarse de un material no orgánico. Además, los especialistas en paleografía no se ponían de acuerdo en sus análisis, pues la escritura del rollo presentaba todo tipo de características poco comunes que hacían que su fecha de elaboración fuese muy difícil de precisar. Las hipótesis se sucedieron y el debate continúa abierto todavía hoy. Incluso hubo quien no pudo esperar y se lanzó en busca del tesoro. El profesor John M. Allegro, uno de los traductores de los Manuscritos del Mar Muerto, llegó a emprender excavaciones clandestinas guiándose por las indicaciones del 3Q15. Desafortunadamente para el profesor, las pistas no resultaban demasiado claras y tuvo que volverse a casa con las manos vacías.Hoy día la mayoría de los especialistas parecen estar de acuerdo en que el Rollo de Cobre no puede disociarse de los demás textos hallados en la cueva 3 y que, al igual que estos, pertenece a la comunidad esenia de Qumrán. En cuanto a su fecha, debió ser escrito hacia el año 68 de nuestra era. En cuanto a las riquezas reseñadas en el 3Q15, nadie duda que fueron reales. El tesoro existe y está, o más bien estuvo, disperso por varios lugares que, según Hartmut Stegemann, abarcan desde Jerusalén a Trasjordania pasando por el desierto de Judá. Las cantidades inventariadas son otro cantar. Según las primeras traducciones, 3Q15 detallaría nada menos que el paradero de unas 200 toneladas de oro, plata y otros objetos rituales de gran valor. Se entiende el entusiasmo de Allegro.Revisiones más recientes del texto han reducido las cantidades sensiblemente aunque nadie niega que, de conservarse hoy día, el tesoro del Rollo de Cobre sería de una gran riqueza.

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